sábado, 11 de agosto de 2012

Sensōji Temple

Quizás una de las cosas que como turista más hice en Japón fue visitar templos, santuarios o como quieran llamar a los centros donde se practica alguna de las religiones típicas en el país nipón. Lo curioso es que aún no os hubiese hablado sobre alguno de ellos y hoy, unos meses después de regresar de allí, os presento el Templo Sensōji, el más antiguo de Tokyo.
Fue fundado a mediados del siglo VII y hoy en día, después de tantos años, se ha convertido en uno de los lugares más visitados de la capital. El Templo Sensōji es budista y tiene una historia bastante curiosa de porqué fue fundado e instalado en el barrio del noreste de la ciudad conocido como Asakusa.
La leyenda cuenta que dos pescadores, Takenari y Hamanari, hermanos ellos, se encontraron la estatua de Kannon (diosa de la piedad) un día entre sus redes mientras trabajaban en el río Sumida. Entre los dos decidieron devolver la estatua al río pero todos los días volvía a aparecer atrapada en las redes y éstos, vuelta a devolverla al río día tras día. Este hecho les llevó a pensar que era algo divino y que debían construirle un templo para poder adorarla.
Debido al nombre de la figura y al sitio donde se halla, el templo también es conocido como Asakusa Kannon.

Para empezar la visita a este templo es bueno que accedáis a él por la puerta conocida como Kaminarimon o puerta del trueno. La reconoceréis con facilidad gracias a que en el único vano que tiene, hay un gran farolillo de papel rojo colgado en el centro que recibe el nombre de chōchin y a las dos figuras apostadas en los laterales las cuales representan a Raijin, dios del trueno representado como con un arco con tambores, y Fuujin, dios del viento el cual lleva como una sábana que le pasa por detrás de la cabeza. Para ser dioses estos dos tienen un aspecto que da más miedo que sensación de protección.
Una vez se cruza esta puerta, nos encontramos en la calle Nakamise-dori, una calle repleta de puestecitos en los que poder comprar todo tipo de souvenirs típicos de Japón, desde kimonos hasta galletitas saladas. Esta calle parece que se ha creado con la expansión del turismo pero no, los vecinos de la zona que se dedicaban a vender cosas a los fieles que acudían a este templo consiguieron en el siglo XVII el permiso para poder montar estos puestecitos que hoy vemos (se habrán reconstruido varias veces desde entonces) y así montar el mercado que nos encontramos si visitamos este templo.
Si os gusta traer algún regalito de recuerdo para familiares o amigos, esta calle es el único sitio que vimos en Tokyo en el que poder comprar las cosas típicas (máscaras, farolillos, palillos, etc) sin tener que recorrernos media ciudad para poder verlo todo junto.

Kaminarimon

Cuando ya hayáis recorrido toda la calle de los puestecitos, llegaréis a una segunda puerta conocida con el nombre de Hozomon o puerta del tesoro. Esta sí que es la puerta principal del Templo Sensōji y como tal es mucho más impresionante que la anterior. En ella podemos observar dos alturas y tres vanos de los que vuelven a colgar farolillos aunque distintos. En el del centro volvemos a encontrarnos con un chōchin de papel rojo bastante grande y en los vanos de los extremos dos faroles de cobre conocidos con el nombre de tōrō.
En los extremos de la puerta volvemos a encontrarnos con dos estatuas. En esta ocasión son dos representaciones de Niō, el guardián de buda, que también tiene cara de mala leche. En la parte posterior de la puerta había dos sandalias de paja gigantescos conocidas como waraji que nunca supe qué es lo que representaban allí. Puede que sean las típicas sandalias del peregrino y para hacerles honor a todos los que caminan hasta este templo colgaron las dos réplicas gigantes aquí. Es una hipótesis simplemente.

Hozomon

Una vez hubimos cruzado esta puerta, a mi lo que más me llamó la atención fue la pagoda de cinco pisos que se veía a mano izquierda. Quizás porque era la primera que veíamos pero he de decir que después de haber visto muchas, yo diría que fue una de las que más me gustó por el sitio donde se encontraba y por el rojo que adornaba sus tejados y fachada. Curioso también era la especie de pararrayos que adornaba su punto más alto.
Esta pagoda es conocida como Goju-no To y mide 64 metros de altura. Fue construida a mediados del siglo X y ha tenido que ser reconstruida en varias ocasiones, la última después de los bombardeos que asolaron Tokyo en la II Guerra Mundial.

pagoda sensoji

Hay tres elementos que no pasan desapercibidos, se repite en muchos de los templos que visitamos en Japón, que me llamarón la atención y he de decir que alguno me gustó mucho por su originalidad.
Lo primero las estanterías repartidas por el recinto en las que la gente cuelga tablillas con deseos escritos en ellas. Estas tablillas las suelen comprar en las tiendas del propio santuario y en cada uno la forma y los dibujos que llevan son distintos.
El segundo elemento es la fuente de purificación. En especial la de este templo es preciosa aunque la escultura que tiene en el medio vuelva a tener cara de pocos amigos. El ritual consiste en coger uno de los cacitos que hay, llenarlo de agua y echarse primero un poco en una mano y luego en la otra para terminar limpiándote la boca con el mismo agua. En invierno debe de dar un poco de pereza hacerlo porque se te quedan las manos heladas y no hay toalla alguna con la que poder secarte.
Y para terminar está el O-Koro que es una especie de quemador de incienso de bronce muy bonito en el que los fieles cogen las barritas de incienso para purificarse con el humo que desprenden atrayéndolo hacia sí. Supuestamente este humo tiene el poder de curarte las enfermedades y dolencias así que, por probar no perdéis nada.


fuente de purificación

O-Koro

Una vez realizados los rituales de purificación, la gente se encamina a subir las escaleras del edificio grande en el que rezan y hacen peticiones a sus dioses. Nos encontraremos ante el Sensoji Hondo que es como le llaman ellos al edificio principal del templo en el que supuestamente se encuentra la estatua de la diosa Kannon, y digo supuestamente porque nunca se ha podido ver.
Como en todo lugar de culto que se precie, independientemente de la religión que se practique, hay varios sitios en los que echar dinero como ofrenda a la diosa. En este caso hay dos cajas, una de ellas enorme, en las que, lo que sería la tapa, son unos barrotes que no dejan meter la mano pero por los que si entran monedas y billetes. Los japoneses justo después de echar la moneda hacen una flexión de cabeza con las manos unidas delante del pecho e imagino que empezarán a rezar o pedir algo.

Sensoji Hondo

Sensoji Hondo

Para terminar deciros que este templo está compuesto por más edificios y jardines que no me voy a poner a explicar porque se haría muy larga esta entrada y así os queda algo para que descubráis cuando vayáis a visitarlo.
El horario es bastante bueno ya que abre desde por la mañana temprano hasta las 5 de la tarde por lo que es muy fácil el llegar y encontrárselo ya a pleno rendimiento. La entrada es gratuita y para llegar la mejor forma es coger el metro (Ginza line) y bajarse en la parada Asakusa que está a menos de 5 minutos caminando de la puerta Kaminarimon.

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